domingo, 27 de enero de 2013

Ambas Partes Interesadas


Ambas Partes Interesadas.
J.D. Salinger
The Saturday Evening Post, Febrero 26, 1944.




Antes de que un hombre pueda anunciar que conoce una mujer como un libro, el hombre debe asegurarse de que lea hasta la última parte de la última página.

En realidad allí no hay mucho que decir -Me refiero a que no era una cosa seria o algo así, pero era algo gracioso, en eso. Quiero decir porque allí se veía por algún tiempo, como si todo el mundo en la planta y la madre de Ruthie y todos iban a tener una sonrisa sobre nosotros. Decían que Ruthie y yo éramos demasiado jóvenes para casarnos. Ruthie, ella tenía diecisiete, y yo tenía casi veinte. Muy bien, éramos demasiado jóvenes, pero no si sabes lo que estás haciendo. No si todo entre ella y tú funciona. Digo, ambas partes interesadas.

Bien, como iba diciendo, Ruthie y yo, en realidad nunca nos separamos. No una separación real. No es que la madre de Ruthie no hubiera deseado que lo hiciéramos. La señora Cooper, ella quería que Ruthie y yo fuéramos a la universidad en vez de casarnos. Ruthie se salió de la preparatoria cuando tenía quince años solamente, y no la llevarían dónde ella quisiera hasta que cumpliera los dieciocho. Ella quería ser doctora. Le solía tomar el pelo. “¡Llamando a la Doctora Kildare! Le decía a ella. Yo tenía buen sentido del humor. Ruthie, ella no. Era más inclinada hacia el tipo serio.

Bueno, en realidad no sé como empezó todo, pero se puso todo muy candente una noche del mes pasado en Jake’s Place. Ruthie, ella y yo salimos. Ese lugar si que es clase este año. No mucho neón. Más bulbos. Más lugar de estacionamiento. Clase. ¿Sabes lo que quiero decir? A Ruthie no le gusta mucho Jake’s. Bueno, esta noche de la que te estaba contando, Jake’s estaba repleto cuando llegamos allí, y tuvimos que esperar cerca de una hora para que nos dieran una mesa. Ruthie no quería esperar ni un minuto. Sin paciencia. Finalmente cuando nos dieron una mesa, dijo que no quería cerveza. Así que sólo se sentó allí, prendiendo cerillos, apagándolos. Me estaba volviendo loco.

“¿Que es lo que sucede?” le pregunté finalmente-me llegó a los nervios después de un tiempo.

“No sucede nada,” dijo Ruthie. Paro de prender cerillos, empezó a mirar a lo largo del lugar, como si estuviera manteniendo los ojos abiertos por alguien en especial.

“Algo sucede,” le dije. La conozco como a un libro. Digo, la conozco como a un libro.

“No sucede nada,” dijo ella. “Deja de preocuparte por mi, todo está estupendo. Soy la mujer más feliz del mundo.”

“Detente ya,” dije. Estaba siendo medio cínica. “Sólo te hice una pregunta, eso es todo.”

“Oh, disculpa,” dijo Ruthie. “Y tú quieres una respuesta. Ciertamente. Disculpa.” Estaba siendo demasiado cínica. No me gusta eso. No me molesta, pero no me gusta.

Sabía lo que se la estaba comiendo. La conozco de adentro hacia afuera, cada humor. “Muy bien,” dije. “"Tú estás herida porque salimos esta noche. Ruthie, por decirlo en voz alta, un hombre tiene derecho a salir de vez en cuando, ¿no?"

“¡De ves en cuando!” dijo Ruthie- “Amo eso. De vez en cuando. ¿Como siete noches a la semana, eh Billy?”

“No han sido siete noches a la semana,” dije. ¡Y no ha pasado! No hemos salido por la noche antes. Bueno, tomamos una cerveza en Gordon’s, pero regresamos a casa después de eso.

“¿No?” dijo Ruthie. “Muy bien. Vamos a dejarlo. No hay discutirlo.”

Le pregunté muy tranquilo, que se suponía debía hacer. ¿Sentarme en la casa como un estúpido todas las noches? ¿Mirar fijamente a las paredes? ¿Escuchar al bebé gritar? Le pregunté, muy tranquilo, qué quería que yo hiciera.

“Por favor, no grites,” dijo, “No quiero que hagas nada.”

“Escucha,” le dije. “Le estoy pagando a esa loca dama Widger dieciocho dólares a la semana para cuidar a la niña por un par de horas en la noche. Lo hice sólo para poder tomar todo con calma. Pensé que te daría gusto. Te solía gustar salir de vez en cuando,” le dije.

Entonces Ruthie dijo que ella no quería que contratara a la Señora Widger en primer lugar. Dijo que no le gustaba. De hecho, dijo que la odiaba.Dijo que ni siquiera le gustaba ver a Widger cargar la bebé. Le dije a Ruthie que la señora Widger había tenido un montón de bebés propios, y que supunía que ella sabía muy bien cómo sostener a un niño. Ruthie dijo que cuando salíamos por la noche Widger simplemente se sentaba en la sala, leyendo revistas: que nunca se acercaba a la bebé. Le dije que quería que hiciera ella -¿qué se metiera a la cuna con la niña? Ruthie dijo que no quería habñar de eso más.

“Ruthie,” dije. “¿Qué es lo que tratas de hacer? ¿hacerme ver como una rata?”

Ruthie, ella dijo, “No estoy tratando de hacerte ver como una rata. No eres una rata.”

“Gracias. Muchas gracias,” le dije. Yo también puedo ser del tipo cínico.

Ella dijo, “Eres mi esposo, Milly.” Se inclinó hacia la mesa, como que llorando, ¡Santa Macarena!, ¡No era mi culpa!.

“Te casaste conmigo,” dijo, “porque dijiste que me amabas. Se supone que debes de amar a nuestra bebé también, y cuidarla. Se supone que debemos de pensar en algunas cosas aveces, no simplemente vagar.”

Le pregunte, de manera calmada, quién había dicho que no amaba a la bebé.

“Por favor no grites,” dijo. “Voy a gritar si tu gritas,” dijo. “Nadie dijo que no la amaras, Billy. Pero la amas cuanto te conviene o algo así Cuando se está bañando o cuando juega con tu corbata.”

Le dije que la amaba todo el tiempo. ¡Y lo hago! Es una buena niña, una buena niña de verdad.

Ella dijo, “¿Entonces por qué no estamos en casa?”

Le dije entonces. No es que haya tenido miedo de decirle. Le dije. “Porque,” dije, “Quiero tomar un par de cervezas. Quiero algo de vida. No trabajas en un fuselaje todo el día. No sabes como es.” Digo, le dije.

Entonces trató de ser del tipo gracioso. “Quieres decir,” ella dijo, “Que no me esclavizo en un ardiente fuselaje en todo el día”.

Le dije que era demasiado ardiente. Entonces empezó a prender cerillos otra vez, como un niño. Le pregunté si había entendido lo que quería decir. Ella dijo que había entendido lo que quería decir muy bien, y dijo que también había entendido lo que su madre le había querido decir, cuando su madre le dijo que éramos demasiado jóvenes para casarnos. Ella dijo que ahora entendía muchas cosas.

Eso en realidad me dolió. Lo admito. Estoy dispuesto a admitirlo. En realidad nada me duele excepto cuando Ruthie saca a su madre. No puedo soportar cuando ella saca algo acerca de su madre. Le pregunté a Ruthie, en una forma tranquila, de qué estaba hablando. Le dije, “Sólo porque un hombre quiere salir de vez en cuando.” Ruthie hubiera dicho si yo hubiera dicho “de vez en cuando” otra vez, no la hubiera vuelto a ver. Siempre está tomando las cosas de la manera en que no quiero que las tome. Le dije eso. Ella dijo, “Vamos. Estamos aquí. Vamos a bailar.”

La seguí a la pista, pero justo cuando llegamos a allí la orquesta se puso astuta con nosotros. Empezaron a tocar Moonlight Becomes You. Es vieja ahora, pero es una canción dulce. Quiero decir que no es una mala canción. Solíamos escucharla de vez en cuando en la radio en el coche o en la radio de casa. De vez en cuando Ruthie cantaba las palabras. Pero no era tan ardiente, escucharla en Jake’s esa noche. Era muy vergonzoso. Y debieron de tocar ochenta y cinco coros de lo mismo. Quiero decir que lo siguieron tocando. Ruthie bailó unos diez kilómetros de distancia de mí, y no nos miramos mucho. Finalmente, se detuvieron. Entonces Ruthie se separó de mí como, si caminara de vuelta a la mesa, pero ella no se sentó. Simplemente coge su abrigo y lo avienta. Estaba llorando.


Nota: Si quieren el archivo en PDF denle clic al link de abajo.



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