Pues sí, estamos en la cima de aquel cerro, alto y solitario en medio de una
meseta, desde do puede verse las lanzas de luz que penetran entre las nubes y
atraviesan la sierra con fulgores que hacen brotar parte de la belleza
escondida y que uno mismo sólo puede ver desde lejos y desde lo alto. En este
momento estamos en un estado de euforia, con el viento partiéndonos con su
filos frescos y veloces, frente a la sierra de luengos pliegues sobre sus
faldas que se extienden hasta más allá del horizonte, sólo podemos ver siluetas
y con los ojos más agudos que nunca, no queda de otra más que disfrutar por
medio de los sentidos un ápice de la grandeza de la naturaleza y su imponente
cadera cuasi interminable. Con la ayuda de la mente nos adentramos entre las
montañas y sus diversos colores, bañado por la luz en partes, y escondidos
entre umbras en otras. Es la magia de la mente la que nos permite sobreponernos
ante tal paisaje. Es la frescura que renueva nuestros pensamientos y despeja
nuestras ideas más añejas y recurrentes, esa introspección que sólo en un lugar
así nos permite ver nuestro lugar en el mundo y nos motiva a aceptar nuestra
coexistencia entre el vasto manto que nos alberga y que no hemos sabido
respetar.
Todo esto de que te estoy contando, es justo lo que me viene a la mente y se
alimenta de mi percepción sensorial, mis ideas y mi experiencia, es un producto
subjetivo de mi paso por esta vida, pero que con ello pretendo motivarte para
que salgas, huyas, y me acompañes, para que juntos disfrutemos de la riqueza de
esta experiencia única y que es el primer paso de todo humano que pretenda
tener un estilo de vida ascético y emancipado, en busca del contraste
equilibrado que permita elevarse sin perder la condición propia de un ser
humilde que disfruta el estadio de la vida, si bien efímero comparado a las
estrellas, permanente en su catarsis.
Luz y oscuridad reinan sobre el firmamento, las mismas montañas maculadas
por estos elementos nos muestran su apariencia combinada de características
cambiantes otorgadas por el vacío, las estrellas y las formaciones aún no
descubiertas por la ciencia y sus herederos. Deseo que presto te hallaras a mi
lado para conversar desde esta cima, sincerar nuestras palabras y otorgarnos el
perdón por todo el daño que todos hemos hecho con o sin alevosía sobre nuestra
madre. Que surja el perdón desde su vientre y fecunde nuestras ánimas. Y aunque
no te encuentras a mi lado en este instante, sé que en una parte de tu mente se
filtra mi voz y te repite esto que estoy describiendo, y hace que las palabras
cargadas por su magia intrínseca dibujen los que mis ojos admiran.
Ya comienza a decaer la esfera sol, y el viento arrastra un cúmulo denso de
nubes cargadas de agua hacia este lugar, se oscurece el cielo detrás de
nosotros y arrecia la fuerza con que sopla el viento, la humedad del
ambiente también ha aumentado, apenas si puedo mantener los ojos abiertos pero
cabizbajo, no estoy muy acostumbrado a este clima, pero me siento muy bien a pesar
del cambio de temperatura. Por momentos he quedado en silencio disfrutando el
asombro, suspenso, veo cómo los caminos se pierden entre la sierra. Descansan entre
las faldas los pequeños poblados donde asoman los campanarios de las iglesias,
repiqueteando al atardecer, leves ladridos de perros viajan en las ventiscas
que soplan por todos lados.
Me siento un momento antes de descender, a mi lado hay una capilla que
alberga una imagen de María dibujada en una superficie de cantera, cubierta por
una rendija oxidada y dentro hay una veladora extinta, encima de los bordes de
la capilla descansa una cruz de madera, el único ribete que la viste es un
listón morado, opaco y maltratado por el sol y las heladas. La tarde es
confusa, la penumbra comienza a asomarse, mi descenso será pronto. Espero haber
dado algunas pinceladas burdas de la magnificencia de este lugar y de sus
formas caprichosas y palaciegas, honrando el origen del universo, la soberbia
de su existencia, y el respeto y equilibrio que emana. Me dio gusto saber de
ti, espero que tú también te hayas alegrado de entender esto que te he
transmitido. Sursum corda.
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