domingo, 16 de mayo de 2010

Recital

“Felicidades. Tocas bien. Logras hacer tuyo el instrumento (guitarra). Comunicas todo un mundo de emociones” fue mas o menos lo que le dijeron a Eduardo, y sino fue totalmente así, es lo que yo le hubiera dicho.

Y es que minutos antes de estas líneas, nos encontrábamos en el auditorio, el tocando yo disfrutando. Después de un inicio bueno en cuanto a la elección de piezas y seguridad y buena técnica del primero, dejando boquiabiertos a propios y extraños, en especial al ejecutar Paisaje Cubano Con Campanas de Leo Brouwer. El hombre que siguió, lleno de temor, invadió el escenario, dejando dudas y haciendo que parte del publico se retirara. La razón: mala elección del orden de las piezas y el miedo en sus ojos y manos, reflejando desesperación, causando el cansancio en el publico que si no se fue, quedo atrapado en el más profundo de sus sueños.

La tarea no era fácil, levantar el animo en personas que no están acostumbrados a escuchar hasta este momento cerca de cuarenta y cinco minutos de música clásica. Lo afirmo porque algunos estuvieron ahí por obligación, otros cuantos por gusto. Pero aun así, por el hecho de que son tan solo estudiantes de música, resulta mas difícil llegar al publico. Todavía no son reconocidos, y eso, en este mundo pesa. Por lo que resulto una gran sorpresa el escuchar la voz de Eduardo llena de seguridad, explicando la primer obra que presentaría: El estudio numero 12 de Heitor Villa-lobos. Estudio que sirve para poder mejorar la técnica, mas sin embargo la belleza la convertía en una pieza, en una obra. Y desde el inicio se noto el cambio. El poder en el sonido de la guitarra, que si bien fue ayudado por los micrófonos usados debido a la mala acústica del auditorio, era totalmente diferente a los dos estudiantes anteriores. La forma en que atacaba cada una de las notas era genial. Rápidamente te remitía a otro mundo, a ese mundo que solo la música te puede llevar. Un estudio veloz y energético que te hacia olvidar que estabas ya casi dormido. La atención otra vez estaba puesta en la música, en los sonidos emitidos por la nueva guitarra de concierto de Eduardo.

Siguió la bella y memorable: Un tiempo fue Itálica famosa, de Joaquín Rodrigo. Que como explicaba antes de empezar, es una pieza rica del folklore español y que nos da una imagen de aquella ciudad tan famosa del antiguo imperio Romano.

Y para darle fin a su participación (después de un pequeño contratiempo con una uña): Tres piezas de Jorge Ritter. Música que resulta mas agradable, pero que tiene una gran complejidad y se necesita de una gran habilidad para interpretar. Y como lo menciono antes de iniciar la presentación, rica en elementos de Jazz. Para este entonces la atención era casi total, caras llenas de asombro, felicidad y alegría.

Al final todo el mundo aplaudiendo por tan brillante participación. Recibiendo un reconocimiento por parte de la Facultad, mientras los aplausos seguían y sus voces se quedaban ahogadas en ellos.

Gracias a los músicos por todo. Porque la música nos hace sentir vivos y aún estamos aquí. Porque pasando por todo tipo de eventualidades, como la ceguera o la sordez o visitas inesperadas, o tal vez esperadas pero indeseables, nos hacen sentir como humanos otra vez.

Desgraciadamente aun hay personas que solo se fijan en que tan rápido o como pueden sacar algun sonido de la guitarra, y no se dejan llevar y envolver por los sonidos.

Por cierto, aparte de felicitarlo por ser tan bueno, deberian felicitarlo por su cumpleños. Feliidades, un honor compartir el espacio contigo.

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