Era un día como cualquier otro. Revise mi correo y me di cuenta de que tenía invitaciones para hacer entrevistas con Blonde Redhead y St. Vincent por parte de la compañía que los traía. Me remitían a dos links diferentes, para la revista Marvin y el otro para un website llamado elfanzine. Las dos opciones de concursos era bajo las mismas bases: mandar cinco preguntas que le haría si los tuviera en frente.
Estuve pensando un momento, y me di cuenta que aunque me gusta Blonde Redhead, no me gustaría preguntarles nada, y por otro lado, St. Vincent me llenaba de una forma diferente y me cautivaba más. Decidí enviar mis preguntas a elfanzine. Me tardé un poco, tratando de articular mis preguntas. Media hora después tenía el cuestionario. Lo envié y me olvidé de ellas.
Jueves por la tarde, me puse a estudiar para mi examen del sábado, lo tenía que pasar forzosamente si no quería repetir la materia. Tenía la computadora prendida, la música estaba organizada en mi reproductor para que se sintonizara música adecuada para concentrarme en las notas. Me acerqué para revisar cuantas canciones me sobraban programadas. Aprovechando el viaje, revisé si tenía algún correo nuevo. Había varios para ser honesto, pero uno resaltaba por estar en mayúsculas y tener varios signos de admiración al final de la frase. Leí la frase y me sorprendí: GANASTE!!!!!! Preguntas St. Vincent. Me estaba cagando de la sorpresa. Pensé que era una especie de broma, había olvidado el hecho de que había mandado mis preguntas días antes y mi mente ya estaba enfocado en el concierto, pero remotamente esperaba el correo para hacerme saber que había ganado el concurso y así poder entrevistar a St. Vincent.
Después de abrir el correo, había una sonrisa en mi rostro, tenía miedo, y angustia, y gusto, y emoción; era un mar de emociones. Caminaba como un león enjaulado, no sabía que hacer ni que decir. Tenía ganas de gritar y de llorar. Me pregunté como carajos le haría. Entré en pánico y pensé en desistir y dimitir en la empresa que se me estaba otorgando.
Contesté el correo, preguntando estupideces sin sentido, simplemente para calmar mis nervios. Me di cuenta de que no tenía material para hacer la grabación y que no tenía las preguntas en inglés. Hablé con un amigo, proveniente de montañas lejanas, para preguntarle si su hermano no tendría una grabadora de las que utilizan los reporteros –su hermano es reportero- me dijo que no sabía si él me prestaría una, pero que mi amigo tenía una que me podría prestar. Le conté someramente la historia hasta ese entonces. Quedamos que pasaría por la grabadora a su casa por la mañana.
Empecé a traducir mis preguntas, tratando de dar el significado que quería transmitir, no quería sonar
común, y tampoco quería sonar pretencioso. Comenzaba a dudar de mis preguntas, y no sabía cuanto tiempo me darían y si las preguntas que había mandado serían suficientes. Pensé por un momento en investigar algo más acerca de ella, y al final me di cuenta de que no quería preguntar cosas que ya están en la red o que ya le habían hecho varias veces. Traté de hacer el cuestionario más honesto posible, y así llegar a conocer más acerca de ella.
Entré en pánico, los nervios se me empezaban a acumular. No soy bueno hablando, pensaba. Como demonios voy a preguntar, me preguntaba. Estoy jodido, afirmaba. Mis manos temblaban, mi corazón palpitaba más rápido, mi mente se volcaba como una avalancha al escuchar mi resonador. Estaba totalmente fuera de aquí, tratando de descifrar lo que podría encontrar al día siguiente. Era como un sueño, del cual estás indeciso entre querer despertar y permanecer perdido ahí entre la neblina.
Traté de dormir, pero sólo daba vueltas en la cama como un loco. No me sentía cómodo de ninguna forma. Mi mente comenzaba a volar y comenzaba a hacer diálogos que podrían resultar interesantes. Me imaginaba en su camerino, sentado y con la grabadora prendida, platicando como dos viejos amigos que se han encontrado después de mucho tiempo y se quieren poner al corriente con la vida del otro. También recordaba mis otros encuentros con celebridades, como había fracasado cuando traté de hablar con Steven Wilson, o como no le dije nada interesante a Steve Harris, o a Mike Portnoy, como había sucumbido ante el terror y me había quedado callado ante su presencia. Quería que fuera diferente, mataría porque fuera diferente.
Al final, y después de muchas batallas con mi mente, logré conciliar el sueño. Soñé que estaba en la entrevista, hablando firmemente, y que entre más hablaba, mi voz se iba haciendo cada vez más grave, hasta que se dejaba de entender de tan grave que era. Desperté y me di cuenta de que una de las cosas que tanto temía, era el hecho de que no quería que escuchara mi voz, siempre he odiado mi voz, nunca me ha gustado. Regresé a dormir, hasta que los nervios forzaron la evacuación de los líquidos que había tomado la noche anterior.
Me desperté y comencé el día como cualquier otro, no había porque cambiar nada, así que desayuné, me bañé, puse orden en las cosas que llevaría, me vestí con la ropa que había decidido antes de saber la noticia que utilizaría para ese día, y como siempre, se me hizo tarde. Tomé mis cosas en una pequeña bolsa que utilizo cuando no voy a la escuela o cuando las pertenencias que llevo conmigo no son demasiadas como para llevar una mochila, y me fui.
Ya no había tiempo para ir por la grabadora hasta los suburbios de Valle Dorado, así que le marqué a mi hermano para decirle que si tenía una grabadora que me pudiera prestar, el tiempo era apremiante y no se tenía que perder nada en lo subsecuente. Quedamos de vernos en una hora en su escuela.
Antes de pasar con él, fui a buscar discos de la chica en cuestión, para llevar algo y no sentirme mal de llegar con las manos vacías. Entré a la única tienda de discos que pensé podría tenerlos, pero me equivoqué, aunque no había muchas otras opciones, y las que había quedaban demasiado lejos del punto donde estaba. La única forma que me daban era encargarlo y eso me costaría como 300 del águila, y me llegaría como en una semana, por lo que me retiré del lugar decepcionado y pensando en que lo debía de haber mandado a pedir yo mismo semanas atrás.
Habiendo fallado en mi primer tarea, me dispuse a buscar en la misma plaza las pilas para la grabadora y el casette. No encontré nada. Al parecer estoy fuera de moda y soy muy anticuado en los objetos y gustos que tengo, ya casi nada necesita pilas, y menos AAA, ahora sólo será recordada en libros de historia y la referencia y comparación directa será la marca de lucha libre. Y lo mismo digo con el casette, ya todo es digital, claro que no iba a comprar una para pararme el culo en la entrevista.
Fui al punto de reunión con mi hermano, y cuando le marqué para que saliera a verme, me comunicó que todavía no estaba en la escuela, y tardaría otra media hora por lo menos. En lo que llegaba fui en busca de los discos y el casette. Entré a un par de librerías a probar suerte con el disco, las únicas librerías que me podrían salvar el trasero, en ninguna tuve suerte. Por fortuna encontré la tienda de electrónica más famosa en México y por un precio escandalosamente alto logré encontrar un ejemplar de casette y unas pilas AAA. Salí del establecimiento y tomé el transporte para ir con mi hermano (el primero en todo el día, había supuesto que el caos vial de la ciudad no me permitiría hacer los traslados a tiempo, y sería conveniente caminar), después de estar atorado en el transito capitalino y viendo que no avanzaba y que todo mundo hacia escándalo con su claxon, me bajé del transporte y caminé otra vez.
Por fin llegué a mi destino con mi hermano y su inspiración (ósea su novia, pero no le gusta cuando digo que es su novia o su mujer o salgo así, digamos que es una mujer independiente del S. XXI pero quiere terriblemente a mi hermano), hicimos intercambio de material. Le mostré mis preguntas y le pedí su opinión (él estudia música). Me dijo que estaban bien.
Después de platicar por momentos, me fui a la cita, estaba a menos de una hora y con varios kilómetros que recorrer. Tomé un camión al metro Chapultepec y de ahí iría a Pino Suárez y de ahí a Allende. El plan se vio afectado cuando estando en el metro, esté no avanzaba para nada, me desesperé y salí a tomar otro transporte al Metro Hidalgo, de ahí iría a Allende. Falló también. Iba demasiado lento y quedaba poco tiempo. Bajé a tomar otro transporte, esta vez sería un taxi directo al Teatro de la Ciudad. Otro plan que se vino abajo, traté de tomarlo varias veces, y no tuve suerte, había de dos opciones: o me veía como un malandrín o soy muy feo que ni siquiera merecía sumergirme en la suciedad de un taxi, que todos me negaban el servicio. Recordando mi vocabulario más floreado me resigné a correr. Corrí y corrí, hasta que por mis propios pies llegué al Metro Hidalgo. Entré como loco y me subí en el primer convoy que encontré. Eran las tres en punto y todavía no podía llegar a mi destino. Cruzaba mis dedos para que no hubiera problemas al llegar. Pasaron las estaciones y salí corriendo del metro. Llegué a la entrada del Teatro y estaba todo cerrado y por la única puerta que pensé que entrarían los artistas, estaban construyendo. Pregunté a los constructores que por dónde pasaban los de prensa. Me dijeron que a la vuelta había otra entrada, que debería de probar por allá. Corrí otra vez como loco. Busqué la entrada que mi imaginación me indicaba que sería una entrada trasera. No la vi tal como me lo indicaba mi imaginación. Desesperado, pregunté a un señor conocido en México como el viene viene. Seguí sus instrucciones, y efectivamente llegué al lugar. Entré y me dirigí hacía los vigilantes, indicando que iba a entrevistar a un artista y que era mejor que abrieran el paso antes de que ya no me dejaran hacer la entrevista. Me preguntaron de que medio iba. Me erguí y borré mi joroba de la espalda y dije que iba de El Fanzine. Me dieron mi gafete y me dieron las instrucciones para llegar a la tierra prometida. Con paso lento y nervioso, de esos que aparentan que en cualquier momento te caerás, entré al teatro por la parte trasera, exactamente detrás del escenario, se veía magnifico el teatro desde ahí. Instrumentos por todas partes, cables por todas partes, personas por todas partes. Pregunté a dónde me tenía que dirigir para hacer la entrevista, al principio bromearon conmigo y no los culpo, debí de parecer demasiado estúpido. Al final me mandaron con el organizador del evento, hubiera estado bien decirle el buen trabajo y gusto que tenía para traer bandas, y recomendarle otras, pero me hubiera visto muy falso, así que sólo me remití a preguntarle dónde carajos estaba Annie Clark para entrevistarla. No estaba totalmente seguro, pero me mando por unos pasillos del teatro, y mientras caminaba por ellos, llegó al encuentro una chica.
La chica no era muy alta, tal vez llegaba al metro sesenta, era un poco más baja que yo. Llevaba un mallón negro con una minifalda negra, unas botas al tobillo sin plataforma, una blusa negra y un suéter negro. Todo negro que hacía juego con su delicada piel blanca. Su cabello era castaño y lo llevaba a la altura de sus hombros. Digamos que era menuda.
«¿Y tú eres…?» me preguntó al verme caminando por el pasillo. «Soy Joaquín» Miró en su lista que llevaba consigo «¡Ah! Si, del fanzine» «Así es» «Okay. ¿No había nadie más allá contigo?» «No, al parecer era el único» «Okay. Sígueme» al parecer tenía una inclinación con okay, no había manera en que pudiera evitar decirla «Aún no ha llegado. No sé que inconvenientes hubo y se retrasó. Eres el cuarto en la lista. Tendrás diez minutos con ella» seguía diciendo mientras subíamos a la zona donde se realizaría la entrevista, y mientras subía, dejaba ver que disfrutaba que la vieran y cualquiera disfrutará de su belleza.
Llegando al lugar. Me indicó el que debía de tomar. Era una especie de lobby, había sillones de tres piezas a lo largo de el, con una mesa al centro de cada juego. Los sillones eran elegantes, de piel, blancos, con el respaldo de madera, dos tiras, una abajo y una más arriba a la altura de la espalda superior. Había unas personas armando todo un equipo para grabar y tomar fotos y una chica que parecía a Penny Lane, de la película Almost Famous. Si, se parecía a Kate Hudson, muy bonita también.
Me retiré a sentar donde me indicó la chica menuda. Me quité el morral que llevaba y me senté. Los lugares elegantes resultaron algo incómodos, tal vez por mi estatura que no se acomodaba al espacio entre el primer y segundo barrote de madera. Miré a mi alrededor y veía como los chicos profesionales se preparaban, micrófonos, grabadoras, cables, ecualizador, y demás aditamentos para que cuando llegara Annie todo estuviera perfecto. La chica Almos Famous hablaba con su novio al parecer. Le decía que se iba a tardar un poco más de lo que tenía planeado porque aún no llegaba, y que si podían poner más tarde la cita para ir a comer.
Me puse de pie y empecé a caminar. Había dos problemas, uno era que tenía ganas de hacer del baño y la otra era que los nervios me empezaban a invadir. Escuché un ruido que venía del escenario. Me asomé a ver el panorama en uno de los palcos a los que se podía tener acceso desde aquel lugar. De pronto vi a los hermanos italianos probar sus instrumentos. Pedían más volumen en los toms y más nitidez en la guitarra del lado izquierdo. Me regresé al lobby y comencé a observar las pinturas y esculturas que había ahí. Sin lugar a dudas se podía decir que era un lugar con clase. Observé por tiempo indefinido, mientras me enteraba de que habían sido problemas femeninos los que habían hecho que se retrasará la llegada de Annie, o al menos eso fue lo que mis oídos alcanzaron a escuchar de la conversación entre la chica Almost Famous y la chica menuda.« Pues se resuelve con una pastilla» dijo alguna de las dos. Creo que fue Kate Hudson II.
Después de unos minutos de intermitencia, en los que la chica menuda iba y venía y recorría la sala por todos lados, llegó corriendo o al menos eso daba la impresión porque venía jadeando como si hubiera corrido un maratón, y anuncio que ya había llegado. Preguntó una vez más si ya estaba todo preparado y toda la cosa. Todo mundo se sentó en su lugar como si estuvieran preparando una sorpresa o como si de pronto llegará un maestro a regañar a todo mundo.
Sentados, todos en sus lugares, llegó Annie Clark. Vestía un vestido corto negro, mallas negras y zapatos con una pequeña plataforma. Es blanca como la nieve, se ve enorme desde la lejanía. Viene de buenas, está sonriendo, su cabello no está tan abultado como en la portada de sus discos, de hecho está peinada. Su pelo no es muy largo, y sus rizos hacen que se vea más corto. Toma asiento con la chica Almost Famous, se saludan muy cordialmente. Están de frente en el sillón para tres personas. La chica comienza la entrevista, al parecer algo referente a la comida porque menciona tacos y los ha consumida como loca. Dejé de poner atención porque no quería escuchar las preguntas de mi compañera de profesión este día. Me puse a caminar como león enjaulado de un lado para otro, sin encontrar tranquilidad. Pasaban los minutos, y veía a la chica menuda pasearse y preguntando a los chicos que iban demasiado bien preparados si ya estaban listos, ya que seguían en la lista. Al parecer los otros medios no llegarían, había pasado demasiado tiempo.
Me quedó sentado un momento y me doy cuenta de que la chica menuda se la pasa diciéndole al chico con el que llegó Annie que ya corte a la chica Almost Famous. El chico, alto y güero, pantalón y chamarra de mezclilla, y una playera color caqui. Un niño bien hubiera dicho un amigo. Su nariz, su cabello, su dentadura. Todo apuntaba a que era un niño bien. Rasgos finamente diseñados por un artesano en el estomago de su madre. Después de varios intentos le avisa que su tiempo ha terminado, hace una seña de corte con su mano sobre el cuello. Ella asienta. Hace su última pregunta y después le pide que le firme un tenis, creo que es un converse (malditos Strokes, para que los ponen de moda, sólo hicieron que subieran de precio y que todo el mundo quisiera un par), le regala una revista en la que ella participa, se despiden y la chica Almost Famous sale del lobby. Annie voltea hacía mi, y yo sonrió tímidamente. Piensa que soy el siguiente, pero la detienen, la chica menuda y el niño bien la llevan donde se encuentra todo el equipo de profesionales esperando a que tome asiento en una silla vacía que se encuentra cerca de ellos. El interlocutor empieza la conversación. Están en vivo en un programa de radio, no sé que estación sea. La chica habla con un inglés malo y pausado, y por momentos hace que mis nervios se vayan. Le dice que si se acuerda de ella, que habían hablado dos días antes y que le había preguntado no sé que tantas cosas. Annie trata de recordar y dice que sí, no sé si por educación o porque realmente se acuerde lo que pasó hace un par de días con la periodista mexicana.
Me levanto otra vez, y empiezo a caminar a lo largo del lobby una vez más. Pasan los minutos y cada vez los nervios me invaden más. Tomo asiento unos momentos y me cercioro que todo esté en orden. Grabadora con pilas y casette, hojas con las preguntas, mi cabeza, y demás cosas. Todo parece estar bien. Me levanto y me coloco en la ventana que da hacía la calle de Donceles. La chica menuda se acerca a mi y me pregunta si estoy listo, ya casi termina la otra entrevista y el siguiente soy yo. «Todo está listo» le digo. «¿Ganaste un concurso entonces?» me pregunta cortésmente. Tal vez se haya dado cuenta del pánico que estaba atravesando y me quería calmar. Me doy cuenta de que tiene un piercing en la nariz. Debo de aceptar que es muy hermosa. «Si» Voltea un momento «¿Y qué tenías que hacer para ganar?»«Mandar cinco preguntas que le harías en caso de tenerla en frente» «¡Oh! Ya…¿Entonces si eres un buen fan?» «La verdad es que no. Me gusta su música, pero no me puedo considerar su fan, no tengo nada de ella. Simplemente soy alguien que disfruta su música y pienso que es muy buena» Risas «Bueno…seguramente fueron buenas preguntas» «Supongo que sí» «¿Te gusta Blonde Redhead?» «Si, y tal vez hasta más que ella» «Bueno, por lo menos va a ser una buena experiencia» «Si» Más risas. Se pone de espaldas hacía mi. La falda se le subió y casi puedo ver su trasero asomar. Sin lugar a dudas es una chica que le roba los suspiros a cualquiera y en la calle provoca que más de uno pierda el paso, y más de uno junte sus labios y emita un sonido trepidante que deje sordos a los transeúntes que pasen a un lado. Le hace señas de que ya se le termino el tiempo a la locutora de radio. Ella asiente con la cabeza. La chica menuda se va a atender a la chica Almost Famous que no ha encontrado como salir. Le da las indicaciones y las dos ríen y asienten. La locutora le pide a Annie que escoja una canción y la presente. Ella la escoge, pero al parecer no era la que tenían en mente y le piden que mejor la cambie. Malditos imbéciles. Tomo asiento y espero un momento. Siento como mi estomago se revuelve. Espero.
Se levanta Annie y se acomoda su vestido corto. La chica menuda y Annie se acercan a mi. Nos presenta la chica menuda y le dice que gané un concurso. Ella sonríe. Tomo asiento y preparo todas las cosas. Prendo la grabadora y le digo que es mi primer entrevista y ella dice que será un experimento interesante y divertido.
Trato de calmarme. Recuerdo las palabras que mi amigo Ulises me dijo la noche anterior y que debía de tratarla como si fuera una persona normal y como si estuviera en una conversación normal. Si supiera que ya no puedo sostener conversaciones con una persona y en el primer contacto nunca puedo hablar demasiado. Sostengo la respiración y me trato de calmar. Respiro y comienzo la platica. No puedo. Tartamudeo y divago para hacer las preguntas. Siento como que floto. Ella también está nerviosa, las preguntas no resultan tan amigables como podría pensar, se detiene y medita cada una de las respuestas, es una pequeña victoria para mi. Sus ojos verdes se pierden por momentos en la nada de la sala, tratando de encontrar las palabras que puedan reconfortar ambas partes. Mis cinco preguntas se han terminado y hemos divagado tiempo en hacerlas y responderlas. Elijo una de las que me dijo mi hermano y por fin llegamos a la orilla. Ambos, sanos y salvos, nos acercamos a la orilla de la entrevista. Termina con su mirada clavada en mis ojos y con un tono de voz embriagador. Exclamando «How do I get here?!»…reímos todos, incluyendo al niño bien que segundos antes me decía que el tiempo se había terminado.
Le doy las gracias y le beso la mejilla. Guardo mis cosas y saco la cámara fotográfica. Le pregunto si puedo tomarme una foto con ella. Dice que si. El niño bien se ofrece de voluntario para tomarla. Ella se pone de pie y le digo que es más alta de lo que pensé. Se sonroja. Me abraza y yo la abrazo. Sonreímos. El niño bien toma la foto. Listo. Me despido otra vez de ella y también del niño bien.
Salgo y me quedo un momento observando a Blonde Redhead en el soundcheck, hasta que llega alguien a decirme que no puedo estar ahí. Me dirijo a la calle y recojo mi identificación. Me despido del policía. Y pienso que me robaron en el tiempo, pero no importa. Creo que hice un buen trabajo a pesar de mis traumas. Logré sobreponerme en tiempos y floté como el muerto que soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario