El hombre arrastra visiones cuya potencia no es más que la suya propia. Allí cuenta su historia. Ellas son su lugar geométrico. De allí proceden esas decisiones asombrosas, esas perspectivas, adivinaciones fulminantes, precisiones del juicio, iluminaciones, inquietudes incomprensibles y tonterías.
sábado, 6 de julio de 2013
Beta Tauri
No ha escampado, estamos rodeados de lodo. Los niños se divierten entre las aguas chocolatosas , los cerros se ven verdes por la hierba que los cubre con gran frescura. Se acerca la neblina, poco a poco los rededores se van opacando, los bordes de las cosas pierden nitidez. te pido que nos retiremos.
— ¡Vamos, Enilda! también dile a los niños que ya es hora de irse.
Me ves fijamente y sonríes. Las gotas de la lluvia escurren por tus labios. volteas y llamas a los niños con voz dulce e inexorable; ellos se acercan pero no paran de jugar. Te tomo de la mano y a ellos también, los cuatro caminamos en medio de la lluvia , por el camino apenas dibujado suavemente. Mientras, alguien desde el puente que cruza el río, ve nuestras siluetas alejándose. Lleva el esqueleto de un paraguas abierto, está parado allí sin moverse. No se ve su rostro. ¿Qué pensará?
Enilda ha volteado y se detiene. Los niños siguen avanzando y brincan y juegan por todos lados. Ella se acerca y me pregunta en voz baja:
— ¿Qué buscas en esta vida que no has encontrado?
Aquél hombre sigue sin moverse, sólo se ve la silueta inmutable entre el paisaje opaco. Entonces yo, después de pensar un poco la pregunta respondo sonriendo.
— Busco la luz de una estrella inalcanzable.
— ¿Por falta de luz es que tienes esa mirada tan triste y vacía?
— Tal vez — le respondo—.
— ¿A quién has perdido en tu largo camino?
— Eso no lo sé, el vacío que me consume no tiene que ver con algo o con alguien que haya perdido, es sólo por falta de luz, como un cansancio de mi alma.
— Voy a pedirte algo.
— Que no sea una estrella, por favor
— ¿Por qué no?
— Porque en cuanto la encuentre deboraré su luz.
— Está bien...— haces una pausa y bajas la mirada, mientras el agua sigue escurriendo por nuestros rostros, y vuelves a sonreir—. Cuando tengas esa luz que buscas y que te hace falta, no te olvides de nosotros.
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